El ejercicio es un video sin audio, es el registro de una eufórica confesión de lo que me pasa y se descubre en otros, porque compartimos y somos nosotros, porque compartimos una acción y un nombre, quiero gritar desde mi propio desaliento, “Soy migrante” y otros que también han vivido su diáspora gritan, luego gritaré por ellos.
Es por estos sentimientos más que razones que salí al espacio público a irrumpir al otro a ese otro que es negro, indio, rubio o casi albino. Busqué sus voces porque quise escucharlas y lograr un coro desafinado y eufórico, es lo quise escuchar, y a través de este trabajo permitir que otros descifren nuestro grito indecible en un estado MUTE.
La petición fue grítame a mí, tus quejas, que son mis quejas, tus deseos que son los míos, tus secretos que son tuyos, tu revolución que es la mía, finalmente buscamos que ese sentimiento se entienda y no quede guardado, somos tantos, y quedan tantos gritos en silencio.
Acepto que estoy provocando un encuentro donde yo me quiero encontrar participando. El grito como una catarsis, el grito como la voz en estado de urgencia pero también el grito como un impulso que quiere compañía. Compañía de una colectividad, una colectividad que quiere ser activista y no puede, que quiere escucharse, debatir y empatizar.